El intestino desempeña un papel primordial en la nutrición del organismo, ya que a menudo pasan desapercibidos al hablar del sistema digestivo. A menudo, nuestra mente tiende a asociar esta función al estómago.
Si bien dicho sistema está compuesto por diferentes órganos y todos ellos revisten gran relevancia, quizá las más comunes tras las molestias gástricas sean las intestinales.
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Uno que es dos
Ambos desempeñan la función de preparar los alimentos que el organismo para su posterior eliminación, aunque se diferencian significativamente en cuanto a sus roles y formas de operar.
Por una parte, el delgado tiene un pH alcalino y su función es la de absorción de los nutrientes que aún queden en el bolo alimenticio. El grueso, por su parte, tiene un pH ácido y su función es la de excreción y que los productos que quedan en él no pasen al organismo.
Ambos intestinos están íntimamente relacionados, y debido a esa complementariedad, un problema en uno va a repercutir en el otro.
También existe un órgano cuya función es bastante desconocida y, sin embargo, reviste gran importancia: el apéndice.
Hasta no hace mucho tiempo se ignoraba su función e incluso se decía que era un vestigio evolutivo de cuando el ser humano era herbívoro y necesitaba digerir celulosa. Sin embargo, los estudios actuales apuntan a su importancia como órgano linfoide con una misión de defensa, así como a funciones de secreción interna, llegando a señalarlo como el responsable de mantener los niveles de acidez y alcalinidad adecuados en los intestinos.
Alimentos, órganos y mente
Son varios y de muy diversa índole los problemas que pueden afectar a cualquiera de los intestinos. Algunos de ellos tienen un origen meramente orgánico o alimenticio, pero otros están relacionados con comportamientos que se conducen a través del sistema nervioso, acaban afectando a la víscera.
En lo tocante a alimentos, los azúcares, picantes, alimentación rica en proteínas y una falta de fibra en los alimentos (lo cual favorece la putrefacción) son los principales detonantes de problemas intestinales. También deben ser tenidos en cuenta aquellos alimentos que nos produzcan alergias, ya que serán capaces de traspasar la mucosa intestinal y podrán dar lugar a diversos problemas orgánicos como las llamadas “alergias alimentarias”.
Otro de los puntos a tener en cuenta cuando hablamos de agresiones a los intestinos serían ciertos medicamentos que afectan a la mucosa y cuyas advertencias debemos tener en consideración, especialmente si los vamos a tomar durante tiempos relativamente prolongados.
En lo concerniente a disfunciones en otros órganos, según la Medicina Tradicional China, los problemas en el estómago, bazo-páncreas, hígado y vesícula biliar, influyen en el funcionamiento intestinal, y de la misma manera, la bioquímica nos indica que un problema enzimático puede alterar el pH y por ello producir el mismo resultado.
Por parte de la estructura, la columna vertebral tiene influencia sobre los intestinos, y problemas localizados en las dorsales medias y bajas pueden afectar al delgado mientras que las lumbares L4 y L5 afectan al grueso, ya que en esa zona se encuentra en control energético de éstos.
Las señales para problemas en el intestino
Siempre asociamos la diarrea y el estreñimiento como síntomas asociados a problemas intestinales, pero hay otros muchos que nos pueden estar señalando un mal funcionamiento intestinal. Entre ellos, los principales podrían ser: heces con mucosidad, alimentos sin digerir, sinusitis (especialmente las maxilares), rinitis y congestión nasal, resfriados frecuentes, asma y bronquitis, dolores de cabeza frontales, pesadillas, inflamación de encías, problemas de piel, problemas menstruales, hemorroides, alergias, inflamación y dolor en codos y hombros e infecciones en la vejiga urinaria.
Si bien puntualmente cualquiera de estos síntomas puede ser tomado sin demasiado problema de manera aislada y ser tratado localmente, cuando se repite o es más fuerte o largo de lo normal, debe ser evaluado por un profesional en terapias naturales para averiguar si se trata de un foco intestinal, ya que de otra manera estaríamos tratando el síntoma y no el verdadero problema que lo produce y por ello ese foco seguiría activo y podría llegar a mostrarse en cualquier momento y con el tiempo ir empeorando y cronificarse.
Por último puede existir un problema psicosomático que dé lugar a una disfunción intestinal. Principalmente, se podría decir que las actitudes que más fácilmente conducen a problemas en os intestinos son el miedo (que también puede afectar a riñones y pulmones), la culpa y en algunos casos la rabia (también relacionada con el hígado).
Dificultad y facilidad
Cuando tenemos dificultad para las deposiciones decimos que tenemos estreñimiento y cuando tenemos una facilidad excesiva lo llamamos diarrea.
En el primero de los casos nos encontramos con un problema añadido y éste es la costumbre social. A pocas personas les sorprende no ir al baño durante uno o dos días, y, sin embargo, no debería ser así.
En algunos casos de dificultad para ir al baño puede existir una causa psicológica profunda. Tanto que puede estructurarse durante la más tierna infancia, durante la época en la que se toma control del esfínter anal por parte del hipotálamo, cuando aún se usan pañales.
Diversos psicólogos apuntan a que en esa época, si el niño tiene temor al proceso del cambio de pañales por las circunstancias que sea, puede quedar grabado en su inconsciente, en el sistema límbico, y ese miedo puede derivar en un control defectuoso del esfínter anal.
Evidentemente, hay otras muchas cosas que pueden derivar en una dificultad para la defecación, y entre ellas se pueden mencionar las causas alimenticias, dilatación intestinal, musculatura espástica, problemas enzimáticos (especialmente de bilis), disbiosis, presiones durante el embarazo, tumores y una vida sedentaria.
En este caso se podría tratar con diversas plantas, policrestos homeopáticos, productos de medicina ortomolecular y oligoelementos.
Remedios Naturales para problemas en el intestino
La fitoterapia nos presenta varios tipos de laxantes:
- Irritativos: que provocan una pequeña irritación en la mucosa y consecuentemente un peristaltismo intestinal.
- Mecánicos: que absorben agua hidratando las heces y por ello favoreciendo la expulsión.
- Lubricantes: que cubren las heces de grasa impidiendo que pierdan agua y por ello facilitando el proceso, y los osmóticos, que atraen agua a la luz intestinal hidratando la víscera.
Entre los primeros nos encontramos al Sen, la Frángula y la Cáscara Sagrada (que también produce contracciones en la vesícula biliar); entre los mecánicos al Lino, Plántago, Malva, Malvavisco, Gordolobo y Zaragatona; los lubricantes son los conocidos aceites de Oliva, Ricino o Linaza y entre los osmóticos está el conocido Carbonato de Magnesio.
Siempre es recomendable el uso de plantas con efectos suavizantes cuando se usen laxantes irritativos, de la misma manera que estos deben ser tomados la menor cantidad posible de tiempo.
Homeopatía
La homeopatía nos surte de policrestos como la Alumina, para administrar en casos de gran atonía en los que solo hay necesidad de ir al baño cuando hay gran acumulación de heces en el recto y es necesario gran esfuerzo; la Bryonia Alba para heces secas y duras acompañadas de gran esfuerzo, boca seca, mal humor y dolor que obliga a presionarse; Opium en casos de astenia total que puede durar incluso semanas; Magnesia Muriatica para heces redondas y duras como canicas; Graphites para heces voluminosas evacuadas con moco; Silicea para heces “en resorte”, ya que parece que vuelven a introducirse en el recto en lugar de salir o Nux Vomica para casos en los que da la sensación de que queda aún más en el intestino, pero no se es capaz de expulsarlo.
Por el lado contrario, si lo que tenemos es una inflamación de la mucosa que nos provoca deposiciones con demasiada facilidad e inconsistencia, antes de nada deberíamos recordar que se trata de un síntoma y no de una enfermedad por sí misma. Ese síntoma puede estar provocado por causas nerviosas, alimenticias, infecciosas, autoinmunes, exceso de secreción biliar, etc.
Naturópata