Infusiones frías y saludables

 

Calman la sed y rehidratan el cuerpo cuando más lo necesitamos. Con sabores muy variados, estas bebidas ofrecen además todas las propiedades medicinales de las plantas y son una gran alternativa a los refrescos azucarados.

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Cuando las temperaturas estivales se disparan nuestro organismo nos pide a gritos una hidratación suplementaria.

Las bebidas gaseosas contienen grandes cantidades de azúcar refinado, pero también de conservantes, colorantes y otros aditivos, como la cafeína, el ácido fosfórico, o incluso trazas de glutamato monosódico, un potenciador del sabor.

De modo que, de mantenerse un consumo continuado y excesivo de este tipo de productos, estos generan problemas de salud ya desde edades tempranas, como sobrepeso, obesidad, diabetes, hipertensión, daños en el esmalte dental por la acción del ácido, debilitamiento óseo, alergias y trastornos renales, como la formación de cálculos.

El benzoato de sodio, presente en muchas de estas bebidas, incrementa la asimilación de este nutriente, el sodio, y reduce la capacidad de absorción del potasio, lo que supone un riesgo para las personas hipertensas.

El gas añadido a las bebidas refrescantes –el anhídrido carbónico, que es lo que les aporta el efervescente burbujeo– ayuda a hacerlas más apetecibles, pero también más adictivas, infla el abdomen y puede producir irritación gástrica y problemas de gases.

Alternativas con sustancia

Una alternativa saludable a los refrescos comerciales son las infusiones frías. Aportan los beneficios terapéuticos de las plantas medicinales con que están elaboradas y que dependen de sus distintos principios activos.

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Estas sustancias pueden ser flavonoides y antocianinas –presentes en sus pigmentos–, con capacidad antioxidante y antiinflamatoria; cumarinas, con efectos venotónicos; saponinas, con virtudes expectorantes y diuréticas; o taninos, con acción astringente y hemostática, juntamente con otros nutrientes saludables como vitaminas, minerales y ácidos grasos insaturados .

Las plantas aromáticas como el hisopo, la lavanda, el tomillo, la menta o la salvia son ricas en esencia, y muestran una acción digestiva, antiséptica y expectorante de alto valor terapéutico.

Las umbelíferas –apio, anís, hinojo, alcaravea o comino– destacan por su poder carminativo y también digestivo, antiespasmódico y diurético, que les viene dado por el aceite esencial, los flavonoides y esteroles que figuran entre sus principios activos más valiosos.

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Muchos frutos y bayas –madroño, arándano, endrinos, ciruelas, moras y frambuesas– contienen pigmentos en su piel que ejercen una acción antioxidante y antiinflamatoria.

Las flores de malvas, hibiscos o violas llevan mucílagos se comportan como antiinflamatorias, mucolíticas y laxantes.

Y algunas especias como la canela, el jengibre o la cúrcuma, muy ricas también en aceites esenciales, aportan además sus efectos estimulantes, antisépticos y balsámicos a las infusiones que las incorporan .

 Fuente cuerpomente.com

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