La fructosa es un azúcar que se encuentra de manera natural en muchas frutas y verduras.
Durante muchos años, se ha vendido como un tipo de endulzante natural sin los conocidos efectos perjudiciales del azúcar blanco. Su popularidad ha llegado al punto de que se calcula que en los últimos quince años el consumo de fructosa se ha multiplicado por diez.
Pero numerosos estudios están poniendo en evidencia los riesgos que supone consumir fructosa, un ingrediente muy presente en productos de repostería o bebidas con gas. Aunque un consumo moderado de fructosa no parece tener un efecto significativo sobre el peso corporal, puede ser una sustancia muy tóxica ya que aumenta la tensión, los triglicéridos y la resistencia a la insulina, además de que genera mucha grasa en el hígado.
Por ello, el neuroendocrino Robert H. Lustig advertía el pasado mes de febrero en la revista Nature que la frutosa es tan tóxica como el alcohol y el tabaco y que debería recibir igual trato que éstos, es decir, debería estar gravada con más impuestos.
Ahora, un artículo en The Journal of Physiology alerta de otro peligro del consumo excesivo de frutosa: puede tener efectos perjudiciales para la memoria.
Investigadores de la Universidad de California (Estados Unidos) han estudiado los efectos del consumo de fructosa en la memoria de ratas de laboratorio. En concreto, han analizado los efectos de un tipo de jarabe de maíz, rico en fructosa y seis veces más dulce que el azúcar de caña, que se añade de forma habitual a bebidas con gas o alimentos para bebés.
A un grupo de ratas les añadieron fructosa en la bebida; y al otro, no. Todas habían sido entrenadas previamente para salir de un laberinto. Pero las que estuvieron tomando fructosa durante un tiempo tuvieron luego más problemas para recordar cómo se salía del laberinto.
Como señala uno de los autores del estudio, “este descubrimiento es una prueba de que los hábitos dietéticos pueden tener una importante influencia en las funciones del cerebro”.
Fuente larevistaintegral.com
Naturópata