Calman la sed y rehidratan el cuerpo cuando más lo necesitamos. Con sabores muy variados, estas bebidas ofrecen además todas las propiedades medicinales de las plantas y son una gran alternativa a los refrescos azucarados.
Cuando las temperaturas estivales se disparan nuestro organismo nos pide a gritos una hidratación suplementaria.
Las bebidas gaseosas contienen grandes cantidades de azúcar refinado, pero también de conservantes, colorantes y otros aditivos, como la cafeína, el ácido fosfórico, o incluso trazas de glutamato monosódico, un potenciador del sabor.
De modo que, de mantenerse un consumo continuado y excesivo de este tipo de productos, estos generan problemas de salud ya desde edades tempranas, como sobrepeso, obesidad, diabetes, hipertensión, daños en el esmalte dental por la acción del ácido, debilitamiento óseo, alergias y trastornos renales, como la formación de cálculos.
Naturópata